La neblina matutina saludaba al viandante mientras iba dando su caminata diaria por la ribera de un río que adormecido aún, esperaba el paso de las horas para ir despertando. Paso a paso, se iba introduciendo en un mundo de llantos,tristezas y penas, donde poco importaba lo que pasara a su alrededor. A la misma vez era atraído por el recuerdo de lujuria desenfrenada de una noche de descontrol que solamente pervivía en su mente, de la que ya no quedaba ningún atisbo físico, sólo vagos recuerdos de una mujer que se fue. Una mujer a la que quiso hacer feliz, a la que se entregó en cuerpo y alma, pero que le traicionó. En sus pensamientos diarios, iba ella; a cada mujer que miraba, creía ver a su dama; lloraba por haberla perdido, porque sabía que era imposible encontrarla. Se fue, y nunca volvió, ni volverá, porque aunque la quieras rescatar y recuperar, ella prefiere irse con otros, a los que tarde y temprano también dejará.
Soy lo que tú quieras que seas, pero sinvergüenza no soy...
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