El cielo está iluminado por una luz lúgubre y tímida que no se deja ver, escondida tras unos paraguas suaves de color blanco. Abajo, melancolía y tristeza se empieza a adueñar de las ilusiones. Las esperanzas se acaban, pero la Esperanza siempre está. Las alturas rompen a llorar desconsoladamente, pero abajo lo que corren son ríos de lágrimas derramadas cuando los sentimientos explotan y la tristeza se apodera de ti. Toca ahora lo peor, volver a casa, siempre por el camino más corto, hasta el año que viene, arrodillándote como despedida, con una túnica pesada por el agua que soporta y un capirote destrozado, que descansará para siempre en el rincón más profundo de nuestros corazones.
Esto, a estas alturas de la película, querido Manuel, no pega. No seas tremendista y pájaro de mal agüero...
ResponderEliminarEs un texto más. Los cofrades debemos estar preparado para todo Maese Baños
ResponderEliminarPero en estas tardes es mejor recordar la víspera de la víspera. Hablar del crecimiento de los días, de lo que ha de venir...
ResponderEliminarEl texto está bien, pero pega más para un Viernes Santo lluvioso que para un viernes de enero en el que sólo soñamos y soñamos.