El sol más alto de la mañana ayuda a que me despierte. El sol más alto de la mañana hace que salga a tu búsqueda. El sol más alto de la mañana hace que te disfrute, te sienta y me enamore de ti. El sol te tiñe de alegría, vida y sentimiento. El sol te da esplendor, dulzura y te ayuda a crecer. El sol viste de verde tus calles un sábado al año y le pone notas musicales a tu semana más importante. El sol marca tus horas. El sol vive en el Plantinar. El sol colorea tu mañana y te decora tus parques. Sólo hay que ver cómo los rayos atraviesan los altos ramajes de centenarios árboles o cómo no hay paraíso mejor para los sentidos que el olor a azahar de tus naranjos bañados por el cálido sentir del astro Rey. El Sol te invita a cenar y a la vez permite disfrutar del noble arte del teatro en apenas unos metros. El sol viste a las mujeres de guapas flamencas. El sol te lleva al río; el río al gozo y el gozo a ti. El sol atraviesa palios en mediodía de palmas y en mañanas que son madrugadas.
Sin sol no somos nada. El sol no tiene misterios. No es como la luna. No te invita a pensar, reflexionar o recordar, te invita a vivir, a disfrutar de lo que te rodea. Un paseo bajo el sol primaveral, desde Triana a la Macarena, desde la Macarena a Triana, te convida a recorrer con tus sentidos, uno a uno, una ciudad que sin sol no vive. Somos pobres girasoles marchitos sin él; somos vida con él.
Y resulta, qué casualidad, que Sevilla es sol y primavera. Trinomio perfecto que sin uno de sus elementos no se entendería: Sevilla-Sol-Primavera. Pero mira si es el elementos más travieso y juguetón, que hace las veces de mal compañero y es capaz de fallarle a su ciudad preferida. Sol, sol y sol. Todo es sol, luz y alegría. No faltes nunca, no le falles a Ella, danos la vida, danos la Esperanza.
¡Qué sería de ti y de mí son sol!
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