lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Hacia dónde va mi país?

Esta mañana, después de levantarme a mi tradicional horario de vacaciones, las once y media, me he desayunado con la siguiente noticia, que casi produce que la tostada que me estaba comiendo se me fuera por otro lado: "CNN+ será sustituido por un canal 24 horas de gran hermano (en minúscula siempre). Vasile responde a una vieja aspiración de Mercedes Milá". Para un estudiante de periodismo, ya en cuarto de carrera, y cada vez más cerca de salir a la "jauría" de la realidad en busca de trabajo, cuando cierran un medio de comunicación siempre siente que le cierran puertas, pero cuando un medio como CNN+, que era, salvando las distancias ideológicas que nos separaban, un gran medio de comunicación, reconocido a nivel internacional, es reemplazado por esa mierda, a parte de la cara tonto que se te queda, te produce dolor, rabieta y sobre todo, preocupación.

Preocupación por el país que poco a poco estamos construyendo. Un país que ha pasado de usar el esfuerzo y el trabajo para conseguir metas, a la vida fácil y placentera de salir en televisión, pasarte días, semanas o meses encerrad@ en una puta casa de plástico, que toda España te vea haciendo "edredoning", y luego ir por 20.000 programas distintos de la misma cadena (todos sabemos cuál es) pregonando que tu relación se ha roto porque te puso los cuernos con el/la vecin@ del quinto, pero te los puso, en caso de ellas estando ya embarazada (luego siempre pierden a la criatura), y a ellos de viaje por otros países. ¿Eso es lo que queremos?   ¿Un territorio, el que se suponen que nos unen cosas (cada vez menos), donde la ignorancia sea la reina de nuestros cerebros y el agilipollamiento (¿Existirá esta palabra?) la base en la que las futuras generaciones crezcan?.

Todo parece indicar que sí. Que l@s adolescentes de quince o dieciséis años puedan pasar horas y más horas delante de la caja tonta viendo ese programucho, adormecidos, sin sentido crítico de la puta realidad, en vez de estar leyendo un buen libro, en vez de estar estudiando o en vez de echar la tarde jugando al fútbol con los colegas o charlando con tus amig@s, es el primer paso para lograrlo. Pero lo más triste de todo es que el último informe PISA sobre la calidad de la enseñanza en este país (mejor no hablar de Andalucía, daría para setenta entradas de blog seguidas), nos sitúa en la cola de Europa. Lo más gracioso es que nos da igual. No se hace nada por mejorarla, solo lamentarnos (que le gusta a los políticos lamentarse por las cosas, "preocuparse" y que poco trabajar oye) y mirar hacia delante, que es Navidad y ahora toca descansar, "ya habrá tiempo en Enero, de pensar en eso". Pues no. Un país moderno no puede tener una Ley Orgánica de Educación, cuya asignatura de cabecera sea Educación por la Ciudadanía, y luego diecisiete leyes autonómicas, cada una de su padre y de su madre, porque esto se convierte en jauja, y al final, quién lo paga, es siempre el alumnado (ahora que está tan de moda el género neutro) y acaba repercutiendo en su propio trabajo diario, que es el más importante.

Un país de chiste y pandereta, de poco culto a la mente y de mucho al cuerpo. De mucho tonto suelto y medio listos sin dos dedos de frente, que viene a ser lo mismo que tonto. Un país que se cae a trozos, con un sistema económico en déficit, un gobierno desgastado que no dimite, una oposición que no propone y poniendo el  modelo de enseñanza cultural  al servicio de la ciudadanía a través de la televisión. Personas que endiosan con grandes datos de audiencia a la tipa esa que lo único que ha hecho ha sido tirarse un torero y quedarse preñada (como los animales, que para algo es lo que es), mientras que grandes debates de interés general para la ciudadanía pasan desapercibidos, porque "aburren". Un país que abre sus informativos con la Pantoja entrando en los juzgados de Marbella por el caso Malaya, y no porque nos suban los impuestos. ¿Esos son nuestros modelos? Sigamos así, sigamos. No me importa. Pero eso sí, yo me bajo aquí. No continúo más con esta farsa. Hasta más ver.



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