La luna es un paraíso para los sentidos. Nos mira, nos ilumina, nos atrae y nos apasiona. La luna es el espacio terrenal más mental de la humanidad, aquel que nos permite irnos de este mundo y transportarnos a una realidad secundaria rodeados de la más absoluta nada. Soledad, silencio y la Nada. La luna es una riqueza para los hombres en la Tierra, y a la misma vez un terreno por descubrir. Mirar a la luna es mirar directamente al tiempo. La luna te devuelve la mirada de aquellos que se quedaron prendados de ella hace siglos. Nosotros nos iremos, ella permanecerá y le dirá al futuro que hubo alguien quien la miró y deseó tenerla entre sus manos. La luna padece de tristeza cuando está menguante y alegre y viva cuando está llena, y asimismo llena la noche de su color naranja brillante, un brillo que llega a lo más profundo del ser. La luna es misteriosa y a la misma vez sincera; la luna nunca falla, dirige la tierra y lo que es más importante, nos dirige a nosotros.
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