El sorteo, la pelota, un delantero, un cruce o vete tú a saber qué ha querido que la final de la Copa del Rey, la copa de España, la vuelva a disputar el Athletic y el Barcelona el próximo mes de mayo. Aún está en la memoria de todos, lo que una gran mayoría de aficionados, que no todos, de ambos clubes le hicieron a su propio himno aquella noche de Valencia, y todo el revuelo que se creó a posteriori porque un "error" de TVE impidió la emisión de la pitada y su posterior transmisión en el descanso con el sonido ambiente misteriosamente bajado y con el himno subido.
Los periodistas más avezados de nuestro insigne país, aquellos que no se sabe muy bien y gracias qué influencias copan los medios, están lanzando proclamas a los cuatro vientos sobre qué harían si de nuevo ocurre esa terrible afrenta a nuestro cántico español por diferencia. Unos dicen que el partido debería suspenderse tras el ataque, la mayoría de ellos cercanos a la órbita del Madrid; otros dicen que no debería de sonar el himno para evitar la bronca de las hordas independentistas que vienen a quitarnos nuestra Copa.
¿Y saben lo que es lo mejor? La ignorancia. Sí, ignorar todo lo que ocurra antes del partido. Ignorar que en el estadio haya más "ikurriñas" y "esteladas" que banderas de España; ignorar que se silbe al Rey, que viendo cómo está la cosa es lo menos que le pueden hacer; ignorar que silben al himno, no caer en la demagógica y populista técnica de pedirles que jueguen contra el Sestao o Sabadell la copa del Lehendakari o la copa de la Generalitar. Tragarse el orgullo patrio, mirar hacia delante y disfrutar de los Messi, Iniesta, Llorente y hasta si me atreven de gran Toquero. Por cierto, Llorente, delantero de la selección nacional.
Darle voz a cuatro exaltados es callar a miles y miles de ciudadanos vascos y catalanes que se sienten tan españoles como tú y como yo. Y eso lo deberían de aprender todos los medios de comunicación que el día siguiente a la celebración del partido se centrarán más en la posible pitada hacia el himno que en el partido. Con eso, lo único que harán será alimentar aún más el odio hacia los ciudadanos que no tengan culpa de nada. Pero ya sabemos hacia dónde va el periodismo patrio y lo que se cuenta y lo que no.
Porque que silben a tu himno puede doler, pero el vacío, el desprecio y la ignorancia duelen mucho más...